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domingo, 28 de mayo de 2017

Pronto para oír.



Se ha dicho que, o la Palabra de Dios te aleja del pecado o el pecado te aleja de la Palabra de Dios. Aparentemente algunos de los lectores de Santiago estaban permitiendo que el pecado les impidiera recibir la Palabra como debieran. Dios les estaba permitiendo experimentar diversas pruebas para que su gozo y su resistencia espiritual aumentaran, pero carecían de sabiduría y caían en tentación y pecado, Santiago les llamó de nuevo a la Palabra y a una perspectiva divina en sus circunstancias.
Santiago 1:19 comienza con la frase: “por esto” lo que nos remite al verso 18. Ellos habían experimentado el poder de la Palabra en la salvación, ahora Santiago quería que le permitieran santificarlos. Para que ello ocurriera, debían ser prontos para escuchar, tardos para hablar y tardos para la ira (v19)
Ser pronto para oír significa que no haces caso omiso o peleas en contra de la Palabra de Dios. En su lugar, cuando las pruebas o las decisiones difíciles se presentan en tu camino, le pides a Dios sabiduría y recibes el consejo de Su Palabra con una voluntad para obedecerla. No eres como los discípulos camino a Emaús, a quienes Jesús describe como insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho (Luc 24:25)
Tú debes ser pronto para oír la Palabra porque provee alimento para tu vida espiritual y es tu arma en contra de todos los adversarios espirituales. Es el medio por el cual tú eres fortalecido y preparado para toda buena obra (2 Tim 3:16-17) Te libera de las pruebas y tentaciones y te engancha en una comunión con el Dios vivo. La Palabra siempre debe ser tu mejor amiga.
Sé pronto para oír, persigue cada oportunidad para aprender la verdad de Dios. Deja que el testimonio del salmista sea tuyo: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley!  Todo el día es ella mi meditación…  De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra… ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!”  (Salmo 119:97, 101, 103)
Por John MacArthur



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domingo, 7 de mayo de 2017

Viviendo en fidelidad con nuestro Dios y Salvador.

Hablamos aquí de la amistad entre Dios y los hombres, cada uno de los hombres, amistad que encuentra su raíz en los dinamismos fundamentales inscritos en nuestro ser.
Al crearnos por amor, Dios nos ha llamado a todos a comunicarnos con Él, a la amistad con Él, a entrar en comunión con Él, a participar de la plenitud de Vida y Amor que constituye su misma esencia. Tal es el Plan de Dios. Tal es el hermoso designio divino para cada uno de nosotros. Sin embargo, luego del pecado original, ruptura fontal, el hombre se aleja de su Creador. El cumplimiento de este llamado habrá de esperar, pues, el don de la Reconciliación que, por iniciativa divina, nos es dado en el Señor Jesús tras un largo proceso de preparación.
En dicho proceso el Señor nos muestra cómo Él es siempre fiel a ese amoroso compromiso de los orígenes. Eso le fue enseñado ya en el Antiguo Testamento al pueblo escogido, a Israel: "Yahvé tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel que guarda su alianza y amor por mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos" (Dt 7, 9). Esa fidelidad de Dios ha sido testimoniada en la Encarnación del Hijo y en su entrega por nosotros en su obra de Reconciliación (2Cor 5, 18-19; Jn 3, 16). Esa fidelidad de Dios nos ha sido testimoniada a la luz de la plena revelación del Señor Jesús en el Nuevo Testamento. Así nos dice el Espíritu Santo a través de San Pablo: "El mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama y es Él quien lo hara" (1Tes 5, 23-24).
Pero mientras que Dios es siempre fiel a su amor en favor del hombre, por nuestra parte debemos corresponderle con nuestra fidelidad a Él, la misma que se expresa en nuestra fidelidad en el cumplimiento de su Plan de Amor para con nosotros. De nada servirá contar con la fidelidad del Señor si no colaboramos con una respuesta activa. Acordémonos de que "no todo el que diga Señor, Señor entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad del Padre celestial" (Mt 7, 21). Y porque nuestros dinamismos fundamentales están orientados en esa dirección de nuestro encuentro con Dios, nuestra respuesta cada vez más fiel a su llamado será para nosotros un impulso creciente en la senda de nuestra realización como hombres. El camino de la fidelidad al Señor es el camino de fidelidad a nosotros mismos.

miércoles, 3 de mayo de 2017

¿Estamos en los tiempos finales?



Los que no son cristianos encuentran difícil creer que estamos viviendo en los últimos días de la historia de esta tierra. Está en la Biblia, II Pedro 3:3-4, "Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento: Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación".
La llegada del anticristo es una señal del fin. Está en la Biblia, 1 Juan 2:18, "Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo".
¿Dijo Jesús cuándo vendría el fin? Está en la Biblia, Mateo 24:14, "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin".
En los últimos días habrá hombres que se harán pasar por Jesús y tratarán de engañar a la gente. Está en la Biblia, Mateo 24:23-24, "Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos".
Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. Está en la Biblia, Mateo 24:29-30, "E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas".
¿Qué condiciones morales caracterizarán la sociedad en los últimos días? Está en la Biblia, II Timoteo 3:1-5, "También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita".
Un aumento en conocimientos y viajes es una señal de los últimos días. Está en la Biblia, Daniel 12:4, "Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará".
¿Qué otras señales de los últimos días menciona la Biblia? Está en la Biblia, Lucas 21:25-26, "Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas".
El hablar de paz y seguridad es una señal de los últimos días. Está en la Biblia, 1 Tesalonicenses 5:2-3, "Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán".
¿Qué debe hacer la gente cuando vea que estas cosas suceden? Está en la Biblia, Mateo 24:42-44, "Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir nuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis".