¿Porque nos consideramos cristianos evangélicos?
Somos Cristianos (Cosas en común)
Por qué somos "cristianos":
- Creemos que la Biblia es la Palabra de Dios.
- Creemos en Jesucristo, siendo la segunda persona de la Trinidad y el único Hijo de Dios (Jn 3:16), nacido de la Virgen María (Mt 1:23), murió y resucitó físicamente (1ª Corintios 15). Creemos que Él ascendió al Padre y Él mismo vendrá otra vez en persona (Tit 2:13-14; 1ª Ts 4:13-18; Ap 1:4-7). Somos sencillamente seguidores de Jesucristo.
- Creemos en un solo Dios de amor, perfecto en santidad, infinito en sabiduría, todopoderoso; creador de todas las cosas visibles e invisibles que siempre ha exitido en tres Personas: El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo (Gn 1:1; Mt 28:19; 2ª Co 13:14). Dios es eterno y Su naturaleza no sufre ningún cambio (Ap 1:8; Stg 1:17).
- Creemos que el hombre es pecador y necesita la salvación de Dios (Ro 3:23).
- Creemos que Satanás es un ángel caído voluntariamente al rebelarse contra Dios (Is 14:12-15). Se convirtió en enemigo de Dios y de todos los creyentes (1ª P 5:8-9; Ap 20:2).
- Creemos en el primer credo de la Iglesia Cristiana, el Credo De Los Apóstoles. Nuestra fe y nuestra práctica son como las de la Iglesia primitiva del Siglo I. Este credo apareció por primera vez, en forma rudimentaria, al final del 2º siglo:
- "Creo en un solo Dios Todopoderoso, Creador de a tierra, y en Jesucristo su Hijo, el cual fue concebido por el Espíritu y poder de Dios el Padre, nació de María siendo virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto, y sepultado, al tercer día resucitó de entre los muertos, fue llevado al cielo, y está sentado a la diestra del Padre, de donde ha de venir en gloria a juzgar a los vivos y a los muertos; creo que él ha enviado del Padre su Espíritu Santo para gobernar a los creyentes. Creo en la resurrección del cuerpo."
Somos Evangélicos (Cosas en común)
Por qué somos "evangélicos":
- Creemos que el hombre es indigno pecador, y no puede salvarse a sí mismo. Creemos que al principio el hombre fue hecho por Dios a su imagen y semejanza (Gn 1:27), y que a causa de la desobediencia del primer hombre, todos nosotros pecamos y estamos destituidos de la gloria de Dios (Ro 3:23; 5:12; 6:23: Jer 17:9). El bautismo, la iglesia, y las buenas obras son importantes, pero no para salvar al alma perdida. No somos salvos espiritualmente por nuestros propios esfuerzos (Ro 3:20, 28; Gá 2:16; 3:11).
- Creemos que Jesucristo es la única provisión de Dios para el pecador. Creemos que Cristo murió por nuestros pecados, es decir en nuestro lugar y siendo nuestro substituto (Is 53:5-6; Ro 5:8; Gá 3:13; 1ª P 2:24; 1ª Co 15:1-4).
- Cristo es capaz de salvar (He 7:25).
- Cristo está dispuesto a salvar (Mt 11:28-30; 2ª P 3:9).
- Cristo es el único que puede salvar (Hch 4:12; Jn 14:6), Él es nuestra única esperanza.
- Creemos que la salvación del alma es por pura gracia (favor no merecido) y sólo por fe. Solo alcanzamos la comunión con Dios por medio del sincero arrepentimiento y la fe en Cristo (Ro 1:17; 3:22-24, 28; Ef 2:8-9; Ap 21:6; 22:17; Is 55:1-7). Así llegamos a ser hijos de Dios y recibimos la vida eterna (Jn 3:16-18, 36; 5:24; 6:47; 17:2-3; Ro 6:23; 1ª Jn 1:2-3; 5:20). La sangre de Cristo derramada en la cruz nos limpia de todo pecado (Hch 13:38-39; 1ª Jn 1:7-9). "Tenemos paz con Dios" (Ro 5:1). Dios nos llama "santos" (Ro 1:7) y nos declara justificados por los méritos de su Hijo (Romanos 4; Gá 2:16; 3:10-11). Ya conocemos a Dios personalmente (Jn 17:3; 1ª Jn 1:3). Él nos conoce (2ª Ti 2:19), y nuestro nombre está escrito en "el libro de la vida" (Fil 4:3; Ap 20:15). Este es el verdadero "evangelio," y no hay otro (Gá 1:6-9).
- Creemos que aunque somos salvos por gracia, somos salvos para buenas obras, para servir a Dios con toda nuestra fuerza y para Su gloria (Ef 2:10; Jn 14:21; 2ª Ti 2:19; Tit 3:8; Gá 5:22-23). No somos salvos por obedecer, más bien obedecemos porque somos salvos. La obediencia a Cristo comprueba que somos hijos de Dios (Jn 13:35; 1ª Jn 2:3-6; 3:14; Mt 7:15-20; 12:33; Stg 2:18).
- Creemos en las Sagradas Escrituras como la única regla de fe y práctica, nuestra autoridad suprema. La Biblia, la Palabra de Dios, fue inspirada en su totalidad por el Espíritu Santo en sus manuscritos originales (2ª Ti 3:15-17; 2ª P 1:21). Concilios y obispos pueden errar, pero la Palabra de Dios permanece fiel y nunca cambia. Creemos en las doctrinas de la Biblia y rechazamos como inciertas las doctrinas y tradiciones de los hombres (Jn 5:39-40; Hch 17:11; Ro 1:2; Gá 1:6-8; 1ª Jn 4:1; 2ª Ti 2:15).
- Creemos en el sacerdocio del creyente (1ª P 2:5-9). Solo oramos a Dios y le rendimos culto (Éx 20:3-6; Ap 19:10). No vamos a Cristo a través de ningún intermediario (Mt 11:28-30; Jn 5:39-40). Cristo es nuestro único mediador (1ª Ti 2:5; Ro 8:32; He 7:25). Nos confesamos directamente a Dios (Salmo 51; 1ª Juan 1:8 -2:2; Hch 8:32; He 10:19-22). Sólo Dios perdona pecados (Is 45:25; Mr 2:7). Cada creyente tiene el derecho y la obligación de estudiar la Biblia y así se acerca a Dios y crece espiritualmente (Sal 119:9, 11, 18, 99, 102; Sal 1:1-2). El creyente ministra como sacerdote al orar por otros, o cuando les anima o enseña (Ro 15:1-2; Fil 2:19-21; Gá 6:2,10: Ef 4:16: 1ª Ts 5:11; He 3:13; 10:24; Pr 27:17).
- Creemos en la iglesia universal de la cual Cristo es la Cabeza (Col 1:18; Ef 2:16-20; Jn 10:16). Está compuesta por todos los que creen en Jesucristo y le reciben como Señor y Salvador personal (Hch 2:47).
- Creemos en la iglesia local, un grupo de creyentes en Cristo Jesús, bautizados y unidos voluntariamente con el propósito de adorar a Dios, de observar las dos ordenanzas (el bautismo y la Cena del Señor), meditar en las doctrinas de la Biblia, cultivar la comunión los unos con otros y propagar el evangelio (1ª Co 1:2; Hch 2:41-42, 47; Mt 28:19-20).
- Creemos en la libertad religiosa. El hombre fue creado libre y es personalmente responsable ante Dios. Nuestra relación con Dios es algo personal, de nuestra propia voluntad (Jos 24:15; Lc 9:23; Ap 3:20). Además, la libertad religiosa dada por Dios es libertad de creer (o de no creer), de rendir culto cuando y como uno desea, de propagar la fe sin coacción, y es libertad de conciencia.
- Creemos en la resurrección de los salvos y de los perdidos. Los salvos saldrán a resurrección de vida eterna cuando venga Jesucristo (1ª Co 15:23, 51-52; 1ª Ts 4:13-18; 1ª Jn 3:2-3), y los perdidos a la resurrección de eterna condenación (Jn 5:29; Dn 12:2; Ap 20).
- Creemos que los creyentes en Cristo van inmediatamente a la presencia de Dios al morir. No hay purgatorio (Hch 20:17, 28; Fil 1:21-23; 2ª Co 5:1, 8; He 1:3). No hay ninguna condenación para nosotros que somos de Cristo (Ro 8:1; Jn 5:24). Por eso no oramos por los muertos.
- Creemos que nuestro Señor Jesucristo ha establecido la "Cena Del Señor" (la Eucaristía), como recuerdo de su muerte hasta que Él vuelva (1ª Co 11:23-29). No es sacrificio, sabiendo que Cristo ya no muere más (Ro 6:9-10; He 9:24-28; 10:10-18). El pan (la hostia) y la copa sólo simbolizan su cuerpo inmolado y su sangre derramada en la cruz. Tampoco nos trae mérito. Servimos la copa a los hermanos y no solamente el pan (1ª Co 11:26). La Cena del Señor nos recuerda que debemos adorarle continuamente.
- Los dirigentes de la iglesia no se llaman padres sino pastores, ancianos, u obispos (Mt 23:9; Ef 4:11; Tit 1:5-7, He 13:5, 17).
- Creemos que un religioso puede casarse. En esto seguimos el ejemplo apostólico (1ª Co 9:5; 1ª Ti 3:2) y así evitamos las tentaciones (1ª Co 7:2; 1ª Ts 4:3-8; 1ª Ti 4:3).
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